El nuevo director creativo de Moschino, un estadounidense que lleva revolucionando las pasarelas tres lustros con las míticas zapatillas con la cara de Goofy, los vestidos-helado o la recordada colección inspirada en los Picapiedra, y que es pieza fundamental para la casa más descarada italiana, sacó sobre el piso una colección polémica y colorida, basada en la comida rápida.
En su referencia a la cultura de las masas, vistió a las modelos como azafatas de McDonald’s con bolsos en forma de envoltorio de hamburguesa, de cerveza Budweiser, de barritas de chocolate, de palomitas, sopas Campbell o de cereales Cheerios de frutas. Toda una oda a los alimentos prohibidos de la dietas saludables. Pero la sátira tuvo su colofón en el vestido de novia, que cerró el desfile. La tela del diseño llevaba estampada los ingredientes y las calorías que se habían mostrado anteriormente.
Esta ironía festiva contó con su momento cotilla de Katy Perry y Rita Ora como invitadas de excepción. Tras los premios Brit de la música, las dos cantantes se presentaron en el desfile tarde, algo muy criticado por el front row de prensa internacional, desfilaron y bajaron a ver el resto del show. Tras finalizar, se fueron a cenar y cual divas no se quitaron la ropa de la colección, algo bastante inusual porque son prototipos que el año que viene se comercializarán.
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